martes, 6 de noviembre de 2012

Attias y Naim: un mundo de sensaciones


ATTIAS Y NAIM: UN MUNDO DE SENSACIONES

Apoyados sobre una pared de ladrillos resquebrajados en el patio trasero de un hotel boutique del barrio de Palermo, Emilia Attias y el Turco Naim (Sibara es su apellido) se miran y se ríen porque sienten que parodian la tapa del primer disco de la banda norteamericana The Ramones. De ese álbum, Naim recuerda (y tararea) I Wanna Be Your Boyfriend , su canción favorita desde épocas remotas en que hacía relaciones públicas para discotecas de la zona sur del Gran Buenos Aires, hace ya más de veinte años.

“Siempre nos llaman para preguntarnos si estamos en crisis y qué nos pasa como pareja, y si vamos a ser padres luego de tres años de casados, ¡queremos hablar de otra cosa!”, levanta los brazos Attias. Por momentos parecen una versión latina de Brad Pitt y Angelina Jolie: artistas todo terreno que trabajan mucho (y juntos) aunque la mirada de la prensa enfoque la mayoría de las veces a los vaivenes domésticos.

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Naim, que fue parte de la troupe de Marcelo Tinelli durante trece temporadas, hoy es el comic-relief de La pelu , el ciclo que conduce todos los mediodías Florencia de la V en Telefe. Attias este año no hizo televisión, aunque tuvo, y tendrá, pantalla: fue Lila (una cantante pop acosada por los celos de su novio) en Días de vinilo , y espera ansiosa su bautismo como protagonista en El secreto de Lucía (ver Futuro...), película en la que baila y canta de nuevo, y donde también comparte un espacio más con Naim (quien hace una participación).

“Desde los cuatro años me estimuló la música. A los siete ya tenía criterio. Lo primero que recuerdo haber escuchado fue a los Beatles y a Credence. Uno de mis hermanos una vez hizo el típico dibujo de la familia y a mí me hizo pegada al equipo de música. No cambiaron mucho las cosas: hoy vivo pegada a la compu que es donde está la música. Me sigue gustando el rock británico porque amo a Led Zeppelin. Es una influencia muy importante. También me gusta Françoise Hardy”, cuenta Emilia.

Naim, ¿a vos te pasó lo mismo con la música?
Me encanta la música, de chico canté en un grupo de tango y folklore, y estudié en el conservatorio de artes dramáticas. Fue cuando vine con mi familia del pueblo pampeano en donde nací: Luan Toro. Nos vinimos a vivir a Banfield y enseguida empecé a estudiar y a trabajar, a los 16 años. Incluso canté en la tele, creo que fue en Patolandia , que llevaban pibes a cantar. ¡Qué viejo soy! (risas). Estudié teatro con Daniel Ritto y con Norman Briski. Aunque me siento más cinéfilo y lector. Me pasé varias tardes mirando películas de Isabel Sarli en el cine Banfield, las vi todas. Me escapaba de la escuela y me metía en el cine. Yo era un chico de barrio que jugaba al fútbol. Mi mamá me incentivaba a leer, pero era medio vago. A los nueve años me agarré una hepatitis fea y estuve seis meses en cama. Como no podía hacer nada, me puse a leer. Tenía la colección de Robin Hood, una con tapa dura amarilla. Así seguí con todo Mark Twain y todo Julio Verne y me transformé en un lector aficionado. Aunque parezca mentira soy muy aplicado y metódico. Así que leí todo Borges y Nieztche. No paraba hasta leerlo todo. Así combiné lectura y cine. Y mirá, cuando vi El trueno entre las hojas , de Armando Bo, descubrí a Augusto Roa Bastos, que hizo el guión. Para mí la literatura supera al cine porque es muy díficil luchar contra la imaginación. Hace un mes me invitaron al festival de cine de Unasur, en San Juan, y estaba cenando en el hotel con Emilia y unos amigos, y se sentó en la mesa Víctor Bo, que había ido por El último Elvis (es el productor del filme que dirige su hijo, Armando) . El tipo vino y sentó a la mesa a comer nosotros. Yo no lo podía creer, lo ametrallé a preguntas. Contó unas anécdotas increíbles sobre su padre y la censura, tema que siempre es tratado cuando se habla sobre el cine de Bo. Para mí Armando Bo es un gran paisajista, no debe haber muchos cineastas en la historia del cine argentino que filmen exteriores como lo hacía él.

¿Cuál es la sensación de llegar a un punto tan alto de popularidad? Por el lado de Emilia, la explosión de “Casi ángeles”
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y por el tuyo, “ShowMatch”. Emilia: Es muy poderoso y único. Yo tengo mucha energía, pero vivo todo con tranquilidad. Con Casi ángeles fuimos a Israel y los fans nos esperaban de a miles. Fue todo un flash. Siempre fui consciente de que no iba a ser así siempre. Ese fue un éxito especial porque era un combo adolescente: música, show, disco, teatro. Naim: Emilia en Israel es Madonna. No exagero, las medidas de seguridad que toman con ella son del calibre de una pop-star. Lo mío fue más modesto. Con Marcelo empecé en el ‘96 haciendo unas cámaras ocultas que producía y mandaba yo. El pico más alto de popularidad fue una cámara oculta de un falso programa que conducía Andrea Frigerio. Fue un boom, 45 puntos de rating. Aprendí mucho en todo el tiempo que estuve. Después hice el segmento “Gran cuñado”. Había buenos imitadores, salvo yo que era malísimo. Imité a Guillermo Moreno. ¿Te imaginás eso hoy?

¿Cuál es el secreto para hacer tantas cosas juntos y no “matarse”?
Emilia: Somos muy compañeros en todo, sobre todo en el trabajo. Vemos lo que hace el otro y nos apuntamos cosas. Me divierte ver a Naim en La pelu : es un gran comediante. Lo disfruto como artista. En casa hacemos mucho arte juntos, lo que más nos divierte es la música. Yo toco el piano y Naim la guitarra. También cantamos, él es un cantante excelente. Los viernes nos tomamos un buen vinito, agarramos la guitarra y no nos da ganas de salir. Tenemos muchos amigos músicos, así que terminamos haciendo un fogón. Nues tro universo musical es muy rico.
Naim: La música nos une más, eso puede ser un secreto. Nos pasamos canciones por YouTube Y yo tengo mi banda, Gin Tonic, que cada tanto tocamos. En Youtube ya tenemos un video: “La Argentina está barata”.

Fuente: Clarín

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